Hace unos meses relaté el periplo que hay que sufrir en
Londres para poder encontrar y alquilar un pisito y el enorme problema que hay
con la burbuja inmobiliaria. Pero ahora me gustaría continuar con esa historia
donde la dejé para hablar de los problemas que pueden seguir apareciendo
incluso ya después de haber conseguido vivienda y estar viviendo en ella. Y es
que el periplo continúa, debido a un sindicato mafioso que se ha instalado en
Londres y que no tienen ningún tipo de regulación ni de control en la práctica
(por mucho que en el papel parezca que sí) y que aquí se conoce como las States Agencies, pero que en el fondo
no son más que otro negociazo administrado muchas veces de una forma bastante
mafiosa.
CHAN, CHAAAANNNNNN!!!
Como, a pesar de que nunca he sido periodista, ni nada que
se le parezca, soy perra vieja –aunque aquí me haya sentido tratada de
imbécil por mi falta de fluidez con un nuevo idioma que aún intento
comprender-, sé lo delgada que es la línea cuando se escribe sobre hechos y
personas concretas, y el cuidado que hay que tener con posibles demandas. Por
ello, voy a relatar mi historia, que es para no dormir, siendo lo más objetiva
posible, ciñéndome siempre a los hechos y a las pruebas que tenemos en nuestro
poder. En resumen, voy a hablar solo de lo que puedo demostrar con documentos,
por si se llegara a dar el caso.
El anterior capítulo había acabado con nosotros encontrando
un alquiler y un piso razonable al que mudarnos. Y eso hicimos.
1 de Julio,
tomamos, por contrato, posesión del nuevo piso. Y digo por contrato porque el
día antes de tener que mudarnos nos llaman de la agencia y nos dicen que no
podemos entrar el día 1 en el piso porque lo van a limpiar, que si nos importa
entrar el 3. Les decimos que imposible y finalmente nos “permiten” entrar el
día 2 por la tarde a nuestro nuevo piso.
Afortunadamente, nosotros con nuestros
ex-compañeros de casa nos habíamos cubierto las espaldas y les habíamos dicho
que oficialmente dejábamos su piso el día 5, para darnos un poco más de margen,
menos mal. Eso si, la cosa ya empezó
bien.
2 de Julio,
mudanza durante la única semana de ola de calor que hubo el pasado verano en
Londres. Aunque esto podemos decir que no fue culpa de nadie, solo nuestra
típica suerte para estas cosas. Por lo demás, el resto del mes transcurrió
tranquilo, si no contamos con el pequeño malentendido que tuvimos con la agencia
y el dueño a la hora de que la compañía de banda ancha viniese a instalarnos la
fibra.
Resulta que aquí cuando quieres instalar el cable de fibra,
una barra para colgar unas cortinas o clavar un clavo para poner un cuadro,
para todo antes hay que tener el permiso del landlord. En el caso de la fibra óptica
había que tener permiso porque muchas veces si no hay previamente fibra en el
edificio es posible que te tengan que hacer un taladro en la pared para
instalarla. Y a nosotros como siempre nos tocó llevarnos un susto por querer
hacer las cosas bien.
Preguntamos a la agencia y al dueño (que supuestamente
eran los mismos) si podíamos contratar la fibra, nos dijeron que si, siempre
que no lo tirásemos a través del marco de la ventana (la pared del salón a la
calle era todo ventanas). Así que con esas mismas bajamos a la tienda y
contratamos el servicio (permanencia de un año). Pero el día antes de venir el
técnico a casa nos dice la agencia que no nos pueden taladrar la pared, porque
el dueño (dueño del piso, bloque y agencia) no está convencido de qué tenemos
que hacer ¿¿Perdona??? Me dijisteis que sí, que no había problema, y yo ya he
firmado un año con esta empresa… Respuesta de la agencia “Oh! No!” –frase que
luego seguiríamos escuchando demasiado a menudo-.
Al final, después del primer día de estrés, que vendría
seguido de muchos, varios correos, llamadas y una visita a la agencia para
resolver el “malentendido” todo quedó “aclarado”. De todas formas, después del
lío, el anterior inquilino ya había tenido esa misma empresa suministrándole el
ADSL y la toma ya estaba instalada en el piso, por lo que el día que vino el
técnico fue tan fácil como conectar el nuevo router a la toma, y no hubo que
llamar a nadie para preguntar por más permisos. Eso si, casualmente apareció
por allí uno de los managers de la empresa y se paró a hablar con el técnico.
Todo muy casual.
Después de esto, el resto del mes de Julio transcurrió
tranquilo. Empezaron a aparecer los problemas de los pisos que no habíamos
advertido en las visitas previas antes de alquilarlo, pero dentro de lo normal.
Los desagües del baño funcionaban fatal, el radiador del dormitorio no iba muy
bien y era la habitación más fría de la casa, no podíamos cerrar la puerta de
la entrada al salón porque si nó podíamos acabar atrapados por siempre jamás, o
que la tarima flotante barata generaba mierda por sí sola cada 15 minutos. Pero
bueno, al fin y al cabo lo típico de un piso de alquiler (de momento).
14 de Agosto,
comienza la fiesta. Recibimos una llamada del que se supone es el dueño de la
agencia que nos alquila y de los pisos alquilados (error que no volveremos a
cometer, aunque tengamos que pagar las famosas “fees” siempre es mejor que landlord
y agencia sean cosas distintas). El señor en cuestión, llamémosle Sr. Ding…, nos dice que tenemos que ir
urgentemente a su oficina a firmar un nuevo contrato, porque la empresa que le
gestionaba las propiedades, con quien teníamos nosotros firmado el contrato de
alquiler por seis meses, llamémosla Ding…
Management Limited ya no trabajan
para él, no les están ni permitido entrar en la oficina, y que tenemos que
firmar un nuevo contrato con su empresa directamente, en este caso Ding… Properties Limited. Y no puede esperar, tenemos que ir
urgentemente.
Cuando mi compañero bajó a la oficina (yo iría varios días
después) se encontró allí con el dueño, el Sr. Ding…, que ya tenía un nuevo
contrato preparado para firmar al que solo le faltaba añadir las fechas, que
posteriormente añadió a mano, y cerros de carpetas con más contratos de otros
inquilinos sobre las mesas. La oficina estaba cerrada con llave, tenías que
llamar y esperar a que el Sr. Ding… viniese a abrirte, y el resto de empleados
con los que lo habíamos gestionado todo hasta el momento no estaban. Lo mejor
fue que cuando mi compañero se puso a leer el nuevo contrato antes de firmarlo
este hombre le dijo que no lo leyera, que era lo mismo, así de buen rollito.
Disculpa pero yo no firmo nada sin leerlo, a ver.
Después, pensándolo en frío te das cuenta de las prisas que
tenía por hacernos firmar (todo esto fue en fin de semana) y que no habría
pasado nada por esperar unos días para bajar a la oficina a ver qué estaba
pasando realmente y que había pasado con “la otra empresa”. Pero en aquel
momento lo único en lo que pensamos fue que a la semana siguiente nos ibamos a
España por un mes (de vacaciones) y teníamos que dejarlo todo resuelto antes.
Además, conocíamos al Sr. Ding…, era el dueño de la empresa y el landlord de
los pisos ¿Por qué no iba a ser verdad, si nos estaba llamando a su oficina, la
misma de siempre, el dueño de la empresa?
Bueno, siguiendo con la historia, una vez que mi compañero
le firmó el segundo contrato, este hombre le dice que también tenemos que
firmarle un documento para que ellos puedan reclamar a la otra empresa que
nuestro depósito, nuestra fianza, sea cambiado de una empresa a la otra en el
Fondo de Protección. Aquí los landlords
tienen que depositar tu fianza en un depósito del gobierno llamado Deposit Protection Scheme, están
obligados por ley. Le dice que podemos reclamar que nos lo devuelvan a nosotros
y luego nosotros dárselo a él o que se cambie directamente de titular
quedándose donde está. Y finalmente, le da la nueva cuenta bancaria donde, a
partir del 1 de septiembre, teníamos que hacer los pagos del alquiler de
nuestro piso.
Esto fue un sábado por la mañana. El lunes bajé yo a la
oficina a firmar también porque el jueves me iba para España, y mi compañero me
seguiría dos semanas después. Además, nosotros le habíamos pedido a él que nos
hiciese un documento diciendo que cualquier otro contrato firmado antes quedaba
anulado por este nuevo y tuve que ir a la oficina varias veces hasta que me lo
dio, redactándoselo a su secretaria delante de mi y firmándolo.
Sobra decir que todos estos “documentos” los hemos
conservado y tenemos intención de guardarlos de recuerdo durante el tiempo que
vivamos en Inglaterra. Pondré muestras con extractos de los mejores momentos en
este post. Así que, si aún sigues leyendo, no te los pierdas, que no tienen
desperdicio.
Nosotros pensamos que todo había quedado resuelto la mañana
que yo me fui para España, y que solo teníamos que esperar a que la otra
empresa nos devolviese el depósito para ingresárselo a este señor en la nueva
cuenta que nos dio, que todo seguiría el curso normal a partir de ahí y que no
había pasado nada, pero no. Nada más subirme yo al avión y apagar el móvil empezaron
los problemas. Reaparece la otra empresa y la verdad sale a la luz.
21 de Agosto, la
otra empresa, la que nos había alquilado el piso, Ding… Management Limited,
envía un correo a todos los inquilinos diciéndonos lo siguiente: Que los Srs.
Ding… (Sr. y Sra. Ding…) están en proceso de separación, pero que mientras se
celebra el juicio este señor tiene una High
Court Injuction (nuestra primera toma de contacto con los términos legales
británicos) que le prohibe gestionar las
viviendas, por lo que nos piden que ignoremos todas las comunicaciones de
este señor si se dirige a nosotros y que debemos seguir pagándoles el alquiler
de la vivienda a ellos como hasta ahora. Además, nos recuerdan que nuestro depósito
sigue seguro con ellos (algo que no pararían de recordarnos, que nuestro
depósito seguía con ellos).
¿Cómo que si se dirigía a nosotros? ¿Y si nos había hecho
firmar un contrato nuevo, qué?
En cuanto mi compañero leyó el correo llamó corriendo a la
agencia (mismo teléfono y misma oficina de siempre, pero esta vez le coge el
teléfono una de las empleadas de la agencia que supuestamente, según este
señor, ya no trabajaba para él. Les dice que en esos últimos días el Sr. Ding…
nos había hecho firmar un contrato nuevo con él. Respuesta de la agencia “Oh!
No!”. Le explican que el Sr. Ding… se había apoderado de la oficina durante la
última semana y se había dedicado a llamar a los inquilinos para convencerles
de firmar un contrato nuevo con él y de que le pagasen a él pero que realmente
ellos tenían una orden judicial que le impedía gestionar la vivienda mientras
que durase el proceso judicial de divorcio. Nos dicen que ese nuevo contrato
que hemos firmado no vale y que tenemos que seguir pagándoles a ellos de
momento.
Mi compañero, que ya no sabía a quién hacer caso, les dice que
entonces va a necesitar que le envíen esa orden judicial para ver quién está
diciendo la verdad y quién miente. Le mandan un documento de los abogados de la
Sra. Ding… en el que nos indican que así es, con la referencia de la orden por
si queremos llamar nosotros a la Corte y contrastarlo.
Mientras tanto, por
otro lado mi compañero intenta localizar al dueño también para ver qué está
pasando, pero no hay forma de localizar a este señor en los siguientes días por
ningún lado. Finalmente, mi compañero le dice a la agencia que de acuerdo,
vamos a seguir pagándoles el alquiler del piso a ellos, dado que efectivamente
esa empresa es la que de momento tiene el derecho a gestionar las viviendas y son
quienes tienen nuestro depósito protegido. Les dice que nos vamos a España de
vacaciones y que durante ese tiempo no queremos saber nada y que no vamos a
pagarles ese mes hasta que volvamos del viaje. Nos mandan un documento
diciéndonos que les parece bien.
Con todo esto nos
enteramos de toda la historia ya. Las casas son propiedad del Sr. Ding… y de su
esposa, claro, y la empresa que nos alquiló a nosotros la casa y lo está
gestionando es la empresa del hijo de la pareja, que en el juicio de divorcio
está de parte de la madre, pero que hasta que no se dicte sentencia en
noviembre (estábamos en agosto) y se repartan las propiedades, nosotros, a
pesar del nuevo contrato que es totalmente nulo, debemos seguir pagando a los
mismos.
La cosa se quedó así
durante el tiempo que estuvimos de vacaciones, pero sabíamos que en cuanto el
Sr. Ding… viese que no le pagábamos a él, ibamos a tener historias de nuevo. Y
así fue.
1 de octubre, recibimos
la primera carta amenazante del Sr. Ding… Nos dice que como no le hemos pagado
a él, si no le pagamos en los próximos tres días va a iniciar los
procedimientos legales para echarnos del piso. Nos amenaza con mandarnos una Section 8 Notice -la cual por supuesto
nunca llegó, puesto que él estaba actuando al margen de la ley y no es lo mismo
mandarnos una cartita a ver si cuela que un papel oficial-. Aquí en U.K. un
landlord puede iniciar los trámites legales para desahuciarte después del
segundo mes sin pagar. Tiene que comprar un papel oficial, rellenarlo y
mandártelo para notificarte oficialmente que te va a echar. Ese papel es la
Section 8 Notice, y es vinculante, por lo que si hace eso ya debe ir a la Corte
para denunciarte.
El problema aquí es que este señor no tenía derecho a
recolectar la renta de las viviendas porque había una orden judicial que se lo
impedía, por lo que no podía denunciarnos, solo enviarnos cartas amenazantes e
intentar aprovechar que igual como eramos extranjeros no sabríamos cómo iba el
tema y decidiríamos salir corriendo. Porque él se había propuesto una lucha a
muerte con la empresa del hijo y si él no gestionaba las viviendas prefería
estar acosando a los inquilinos para ver si se iban o simplemente para causar
problemas a la otra empresa.
Pero sin duda mi parte favorita de esta primera carta es en
la que dice que igual la otra empresa nos estaba persuadiendo con falsedades,
cosa que solía hacer, para convencernos de que les paguemos a ellos y no a él.
Es increíble porque, durante los meses que duró el proceso, la agencia nos mandó
siempre los documentos legales que nosotros les ibamos pidiendo para
demostrarnos que la situación era tal cual nos la estaban contando, mientras
que este señor se dedicó solamente a acosar a los inquilinos, hacernos firmar
un contrato inválido, y enviarnos incluso documentos incompletos, haciendo
parecer que decían otra cosa, con tal de conseguir que nos fuesemos, que le
pagáramos a él o simplemente por causar problemas a la otra agencia.
Aquí os dejo esta
primera carta de muchas:
Llegados a este punto
pensareis ¿por qué no nos pusimos a buscar piso y nos largamos de allí echando
leches? Pues porque habíamos firmado un contrato por seis meses en julio y si
nos ibamos antes perdíamos la fianza, que eran 1.920 libras.
Porque aún con esta situación tan desagradable que
estábamos viviendo, la agencia no nos habría devuelto el depósito si hubiésemos
decidido dejarles antes de tiempo. Así que, pasara lo que pasara teníamos que
aguantar hasta diciembre.
Por otro lado,
también estábamos convencidos de que con todo lo que estaba haciendo este
señor, saltándose las leyes a la torera, el juicio de divorcio podría ir mejor
para su mujer y que la agencia al final podría seguir gestionando nuestra
vivienda definitivamente, en cuyo caso no tendríamos que mudarnos. Porque
buscar casa en Londres es un puto infierno. Así que decidimos aguantar.
Lo que si hicimos fue
escribir al Housing Advice, la
oficina de la vivienda aquí en U.K., donde supuestamente te asesoran y, en
teoría, pueden actuar de mediadores. Aunque luego resultó que en nuestro caso
el asesoramiento fue parco y la acción no fue ninguna. Éstos nos dijeron lo que
ya sabíamos, que todo apuntaba a que debíamos seguir pagando a la agencia que
tuviese nuestro dinero depositado en el Fondo de Protección.
Pero sobre todas
las cartas que recibimos del Sr. Ding… no se pronunciaron realmente. Les
preguntamos si esto podía ser denunciable y no nos dijeron nada.
Los únicos que
nos decían que podíamos denunciarle si nos acosaba era la otra parte, la
agencia, y que era lo único que nos podían decir. Porque los empleados de la
agencia lógicamente también pasaron lo suyo.
Lo segundo que hicimos fue decirle a la agencia que nos
cambiase la cerradura de casa. Porque visto que este señor no le importaba nada
la ley, no queríamos llegar un día a casa y no poder entrar. No creo que
hubiese pasado, porque eso si que habría sido un delito serio aquí, pero
nosotros ya no nos fiábamos de nada. Por supuesto la agencia no tuvo ningún
problema en cambiarnos la cerradura, lo cual ya nos terminó de confirmar que el
derecho a gestionar la vivienda era suyo.
13 de Octubre, nueva
carta del Sr. Ding… En este caso adjuntaba la sentencia fotocopiada de un juez,
a la que le faltaban hojas, y que según él lo que venía a decir es que las
llaves de los pisos (no los pisos) le pertenecían y que teníamos que bajar a la
oficina a entregárselas y firmar un contrato con él (la carta era la misma para
todos los inquilinos). Pero al final lo que se deducía de todos los papeles
incompletos que nos remitía en esa carta era que la oficina, la oficina de la
agencia, le pertenecía al Sr. Ding. y que tenían que irse para que él tomase
posesión de la oficina. Pero nada que ver con nuestros pisos ni nuestras
llaves.
Porque a todo esto,
mientras que el Sr. Ding… recuperaba el local donde estaba la oficina de la
agencia, se había montado otra oficina justo en el local de al lado, para
joderles. Todo muy profesional, como podéis ver.
8 de Noviembre, el
incidente. Era sábado por la tarde. Nosotros esperábamos una comunicación
oficial de la agencia o alguna otra carta disparatada de este señor en la que
nos indicasen qué había pasado finalmente en el juicio de divorcio que había
finalizado ese viernes y qué iba a pasar
con las casas, pero en lugar de eso recibimos una visita inesperada.
Mi compañero estaba en el salón cuando de repente escucha
que alguien está intentando abrir la puerta del piso y no lo consigue (claro,
habíamos cambiado la cerradura), así que salió a abrir. En la puerta había un
tio, uno de los esbirros del Sr. Ding…, que sin decir ni hola le pregunta con
chulería -“¿Por qué no abren estas llaves?” (¿Perdona?¿Y tú quién eres? Lo
primero ¿no?). -Pues porque nos ha cambiado la cerradura nuestra agencia. Y tú
¿por qué intentas abrir la puerta de mi casa sin avisar primero? Le contesta mi
compañero. Y el tio coge y le suelta “Call the police!”. ¿Cómo?
El hombre le dice que
a él le había mandado su jefe a ver si las casas estaban vacías o no, que la
casa ahora pertenecía a su jefe, el Sr. Ding…, y que él no era ningún ladrón. Que
solo tenía que ver si había gente viviendo en los pisos o no (Bueno ¿y si pruebas primero
llamando al timbre?). Cuando mi compañero le dice que si no sabe que no pueden
entrar en las casas de los inquilinos sin avisar de que van a venir con 24
horas de antelación el tio le vuelve a decir que “call the police” ¿? Menos mal
que yo de esto no me enteré porque me estaba duchando. Porque seguramente con
mi carácter menos calmado la habríamos tenido.
Al final el hombre nos dejó una nueva carta del Sr. Ding...
quien había corrido en notificar de esta forma a los inquilinos las viviendas
que ahora ya le pertenecían, aprovechando que era sábado por la tarde y que ya
no podríamos recurrir a la agencia en busca de explicaciones hasta el lunes, lo
cual era su método habitual. Y así fue cómo nos enteramos de que por desgracia
nuestro piso ahora si pasaba a ser gestionado ya por él definitivamente. La
agencia en este momento nos tendría mareando durante diez días para
confirmárnoslo definitivamente.
Pero lo que es curioso de esta carta es que en ella nos dice
que con fecha del 7 de noviembre de 2014
él pasa a gestionar nuestra vivienda, porque anteriormente, desde agosto de 2013 había una orden judicial que se lo impedía,
y que los inquilinos tenían que bajar a firmar un nuevo contrato con él. Eso si, como había indicado en otra carta previa de octubre, en la que
aprovechaba también para poner a caldo a la manager de la otra agencia, aunque
ahora se le pagase a él, no iba a permitir quedarse a todo el mundo.
Anexo la foto de este documento:
Después de todo el acoso, del contrato falso para que le pagásemos
a él, de las cartas diciendo que nos iba a desahuciar por no pagarle, ahora
tenía las santas gónadas de mandarnos una carta diciendo que existía una orden
de un juez por la que él no podía gestionar las viviendas desde agosto de
2013!!!
¿Y qué pasaba ahora con nosotros? Porque nuestro contrato
con la primera agencia finalizaba en diciembre y habíamos seguido pagándoles a
ellos esperando poder recuperar nuestra fianza y largarnos. Pero bueno, a las
malas, bajaríamos a firmar con este señor para tener un tiempo de calma y
buscar otro piso mientras.
Cual sería nuestra sorpresa cuando la mañana que
decidimos bajar a hablar con él para firmar otro contrato, pagarle y quedarnos
en el piso, el hombre nos la lió por última vez.
Nos dijo que no nos quería
como inquilinos porque habíamos firmado un contrato con él en agosto y no le
habíamos pagado ¿? ¿Me estás diciendo que de todos los inquilinos que tienes en
todas tus propiedades te acuerdas perfectamente de lo que firmamos en agosto y
los que no? Ya lo tenía todo preparado.
Mi compañero sacó la última carta recibida suya, en la que
reconocía que no podía pedirnos ningún pago de esos meses porque había una
orden que le impedía cobrar y que, por tanto, el contrato que nos hizo firmar
era ilegal. Y al preguntarle si esa carta era suya, el señor contestó, como si
de la escena de una película de mafiosos se tratase, “Yo escribo muchas cartas”. Le insistimos en que ese contrato era
ilegal y él nos insitió en que teníamos que haberle pagado a él desde agosto. Le
insistíamos en que él no tenía derecho a recoger la renta esos meses y él nos
insitía en que le teníamos que pagar a él esos meses. Y así la cosa se prolongó
durante varios minutos. Varios minutos en la más absurda de las situaciones.
Finalmente el Sr. Ding… decidió “apiadarse” de nosotros,
fíajate qué majo, y nos dijo que si íbamos a la agencia, les decíamos que nos
devolviesen el dinero de la renta de esos meses y se lo dábamos a él, entonces
podríamos quedarnos ¿? ¿Y qué más, Sr. Ding…? Yo le dije que si tantos meses le
debíamos por qué no nos había mandado aún la orden indicando que nos iba a
desahuciar, que en el piso no nos íbamos a quedar pero que me mandase ya la
notificación de qué día teníamos que dejarlo libre. Me dijo que si, que me la
mandaba. Aún estoy esperando.
Estaba claro que él necesitaba deshacerse de todos los
inquilinos con los que había firmado los contratos ilegales de agosto porque
sabía que podíamos meterle en problemas. Era mejor intentar echarnos y volver a
alquilar las casas con gente nueva que no supiese nada de toda esta historia.
Pero también sabía que, habiendo entrado en posesión de las casas el 7 de
noviembre, no podía iniciar acciones legales realmente hasta pasados dos meses,
en enero. Por lo que, desde que salimos de su oficina esa mañana, hasta que por
fin nos mudamos, no volvimos a saber de él y, por supuesto, no nos mandó
ninguna notificación.
Después de esto, hablamos con la agencia para contarles lo
que nos había dicho este señor, decirles que nos íbamos a ir en diciembre de la
casa, que nos hiciesen la dichosa carta de recomendación porque nos poníamos a
buscar ya (aquí cuando buscas casa, la agencia te pide una carta de
recomendación de tu anterior landlord como condición), y que, dado que nosotros
teníamos un contrato con ellos hasta diciembre, nos acogíamos a ese contrato,
les avisábamos con un mes de que nos íbamos y las llaves del piso al irnos se
las entregaríamos a ellos porque nosotros con este Sr. Ding… no teníamos
intención de volver a tratar. Por supuesto, les dijimos que esperábamos la
devolución de la fianza (que nos devolvieron cuando dejamos el piso porque, a
pesar de todo lo que habíamos aguantado, no nos la podían devolver antes).
Eso
si, gracias a esta desagradable situación, la agencia se comprometió a no
cobrarnos el último mes que estuviésemos en la casa y ese dinero nos vino muy
bien para la agencia de la casa nueva.
De las oficinas del viejo Sr. Ding… nos fuimos
directos a la comisaría con la intención de denunciarles porque habíamos tenido
suficiente.
El problema fue que era sábado, 2 p.m., y que nos corría más prisa
empezar a irnos de inmobiliarias para encontrar casa cuanto antes, porque
estábamos a finales de noviembre y el 17 de diciembre nos íbamos a España para
las vacaciones de navidad (si, había pasado todo el otoño con estos líos y ya
era navidad) y no queríamos seguir en
este piso para entonces y tener que dejar todas nuestras cosas allí dos
semanas.
Así que, pasamos de la denuncia y nos fuimos de inmobiliarias. El
destino quiso que a las 4 p.m. encontráramos esta casa en la que estamos ahora.
Pero esa es otra historia que ya contaré después porque también ha tenido lo
suyo.
Y seguro que después de todo esto os preguntaréis ¿por qué
cuando todo esto empezó no dejamos de pagar a ambas agencias hasta que hubiesen
resuelto los problemas entre ellos? Pues porque si hubiésemos hecho eso, no nos
habríamos podido mudar después a esta casa. Porque lo primero que hizo nuestra
nueva agencia fue llamar a la anterior para chequear nuestras referencias. This
is London, baby! El hogar de las referencias para todo.
Conclusión. En
Reino Unido hace falta una ley efectiva que regule verdaderamente el negocio
inmobiliario y sobre todo los abusos de las agencias en esta inflada burbuja.
Lo que nos pasó a nosotros con los Ding… fue una situación
única, pero las cosas que le pasan aquí a la gente buscando y alquilando
viviendas dan para un libro. Y si no creéis que sea para tanto, esperad a mi
siguiente post, la entrada en nuestro nuevo piso o cómo puede salir todo mal en
un cambio de residencia.