miércoles, 31 de agosto de 2011

Historieta 1: De cómo me fui de casa rural y acabé siendo juez en un concurso de disfraces.


Nosotros lo único que queríamos era desconectar un par de días de todo, olvidar la rutina diaria y, si acaso, hacernos alguna rutilla por el campo que mereciera la pena.
Elegimos para ello un pueblo perfecto, en la Guadalajara profunda, llamado Aragosa. Que solo contaba -o al menos así debía haber sido- con unas 20 casas y una ruta, siguiendo el Río Dulce, que era asequible a nuestra forma física. Además se ubicaba en una reserva de buitres y águilas, que se podían contemplar perfectamente. Y la casa rural escogida estaba genial, con el lema "Escucha el silencio". Porque sobre todo buscábamos paz y tranquilidad.

Cualquiera diría que esto se presentaba como un fin de semana idílico en medio de la naturaleza. Y eso era lo que nosotros esperábamos encontrar. Hasta que las ruedas de nuestro coche pisaron los primeros metros de asfalto del pueblo y vimos, colgando de unos alambres, una pancarta que decía: "Bienvenidos a las fiestas patronales de Aragosa 2011".

En ese momento nos miramos incrédulos y reflexionamos. Bueno, igual ya fueron y aún no han quitado el cartel. O de todas formas, siendo un pueblo tan pequeño -no sé si llegan a los 50 vecinos- no será para tanto.
Pero no. Esa misma noche pudimos comprobar lo equivocados que estábamos.

La dueña de la casa rural nos confirmó que si, empezaban las fiestas ese día y tendrían verbena durante los tres días que ibamos a estar allí. Era, sin duda, el fin de semana del año en el que el pueblo estaba más lleno de gente -tampoco eran muchos-, y además, ese mismo fin de semana iban a tener una boda...
Y con este último dato fue ya cuando empezamos a alucinar porque ¿cuantas bodas pueden celebrarse en un pueblo de 20 casas?

Realmente yo no fui consciente de la situación hasta que la dueña de la casa nos ofreció unos tapones para los oidos. Pensaba que habiendo tan poquita gente no sería para tanto la fiesta... Pero si lo fue.
La verbena el primer día concluyó a las 6 de la mañana -del día siguiente-, cuando nosotros teníamos planeado madrugar e irnos a hacer la ruta íntegra que habíamos mirado.
Con la buena suerte que nos acompañaba hasta el momento en ese viaje, la plaza del pueblo, donde montaban la verbena estaba justo al lado de nuestra casa. Por lo que no pudimos dormir. Eso si, a las 9 de la mañana nos levantamos como unos campeones y nos fuimos a andar. Aunque solo pudimos hacer la mitad del camino y con un mal humor bastante apreciable. Pero vimos buitres, algo bueno.

Aunque tampoco todo fue malo. Esa tarde la dueña de la casa nos estuvo explicando que al resto de la gente que se hospedaba en las otras casas les había avisado de la situación para ese fin de semana, pero que, al no hablar con nosotros por teléfono, se le olvidó avisarnos. Por lo que nos ofreció ir otro fin de semana gratis para compensarnos por la molestia. Cosa que nosotros aceptamos sin dudar, ya que el sitio es estupendo.
Es un lugar perfecto para ir un fin de semana "de casa rural" y estamos deseando volver y poder realizar la experiencia tal y como teníamos en mente la primera vez.

Con esto ya nos animamos un poco y la segunda noche sin dormir la tomamos de otra manera. Menos mal que nos habíamos llevado el alcohol suficiente.
Quedarnos en casa para no poder dormir era absurdo, por lo que decidimos salir y unirnos a ellos. Lo cual fue la única decisión acertada en esos dos días, porque la gente del pueblo era bastante maja.
Se respiraba alegría y buen rollo. No sabemos si sería por el ambiente festivo que les congrega a todos una vez al año o si realmente son así de entrañables siempre, pero para nosotros estuvo
muy bien.

El primer momento estelar de nuestra escapada rural fue cuando, estando sentados en la plaza, la dueña de la casa rural nos puso encima una hoja y un boli a cada uno y nos dijo que ibamos a ser los jurados ¿? ¿De qué? Del concurso de disfraces que estaba a punto de celebrarse...
Y allí que nos vimos metidos de cabeza. Así que nada, unas risas, unos caramelos, una rasquilla nocturna y un momento más de estos surreales que poco a poco van llenando nuestra vida, y de los que cuando contamos a la gente ya no se lo creen. No les culpo.
Por eso decidimos sacar una foto al disfraz ganador, llamado "Maternidad".

Hacía mucho tiempo que no me reía tanto, bueno, que no me reía tanto de una forma sana, sin superar ninguna tasa en sangre de nada. Y eso si se lo tenemos que agradecer, el buen rato que nos hicieron pasar.

El segundo momento estelar fue cuando decidimos ir al pueblo de al lado, Mandayona, a la piscina municipal -incluída con la reserva de la casa rural-.
Que muchos pensarán vale, en mi pueblo también hay una piscina, no es para tanto. Si ¿Pero en las de vuestros pueblos ponen también a Leonard Cohen de hilo musical por los altavoces del kiosko de la piscina???¿Eh?
Recapitulando, estoy en la piscina municipal medio vacía de un pueblo perdido de Guadalajara ¿y se tiran toda la tarde pinchándome un directo de Leonard Cohen?
Qué quereis que os diga. Yo estuve esperando a que de un momento a otro apareciera la cabecilla de Rod Serling por detras de un seto indicando que nos encontrábamos en otra dimensión.

Pero finalmente, la moraleja de este relato será que SI TE VAS A UNA CASA RURAL ASEGURATE ANTES DE QUE NO SEAN LAS FIESTAS DEL PUEBLO.


En próximas entregas: De cómo fuimos capaces de aguantar una semana entera de vacaciones en Lisboa para ir a un festival a ver a Neil Young pero una hora antes de irnos al show a mi novio le crujió la espalda y nos quedamos tirados en el hotel.
Con la aparición estelar de los bomberos portugueses.

Lisboa. Ciudad de piedras (Libro Uno) -pero de piedras sucias y rotas-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario